Nociones de crítica textual del NT

Muchos viven felices sin saber lo que es la crítica textual.[1] Pero hay otros que tampoco saben, pero no dejan ser felices a los demás. Para nivelar la situación, en este artículo se ofrece una introducción, a la vez rudimentaria y panorámica, de la crítica textual del Nuevo Testamento (NT).[2]

Conceptos básicos

Manuscritos

La imprenta fue inventada alrededor del 1450. Antes de esa fecha todos los libros se escribían a mano y se distribuían mediante copias preparadas por escribas. A un documento escrito a mano se le conoce como manuscrito.[3] La Biblia fue originalmente escrita entre el 1400 a.C. y el 100 d.C., lo que significa que fue escrita a mano. Todos los escritores de la Biblia escribieron manuscritos. Al autor original de un manuscrito y al manuscrito mismo se les llama autógrafo. Autógrafo significa “propia letra”. Por eso a las firmas y dedicatorias que hacen las celebridades para sus seguidores se les llama “autógrafos”. Pero también, al original de un documento escrito a mano por su autor o bajo su dirección se le llama autógrafo.

En el caso de los escritores bíblicos, al autor del documento original (el autógrafo) también se le conoce como “escritor sagrado” o hagiógrafo, que significa lo mismo. O sea, en el caso de escritos bíblicos, cuando hablamos del autor,autógrafo y hagiógrafo son lo mismo, son sinónimos.

Los escritores de la antigüedad escribían en distintos medios, como en piedra, arcilla, cuero y madera. Pero los medios más populares de la antigüedad bíblica fueron el papiro (de una planta) y el pergamino (de la piel de animales). El papiro es un tipo de papel que se produce a partir de los tallos de la planta de papiro, y se producía comercialmente en el antiguo Egipto. La palabra “papel” proviene de la palabra papiro.[4] Según la opinión mayoritaria, el AT se escribió originalmente en papiro pues era un papel común desde antes del siglo XVI a.C. Por su parte, el pergamino[5] se hace con la piel de animales. El pergamino hecho de piel de becerro se denomina papel vitela.[6] Pero también se le llama de esa forma al pergamino de alta calidad, aunque no sea de piel de becerro. El pergamino también se comenzó a usar en la remota antigüedad, pero su uso en documentos del NT se puede encontrar desde el siglo III d.C.

En la antigüedad bíblica los libros se escribían en rollos y se guardaban en estuches llamados en griego teujos de donde sale, por ejemplo, la palabra Pentateuco, cinco (gr, “penta”) y      rollos (o partes o estuches, “teujos”). Sin embargo, ya para tiempos de Cristo comenzó a usarse otro formato conocido como “codex”, códice. El códice se compone de hojas unidas por un lado y que se abren como uno de nuestros libros modernos. Los cristianos de los primeros siglos mostraron una significativa predilección por el formato códice y no por el formato de rollos.[7]

El AT fue escrito casi enteramente en hebreo.[8] Algunas partes de Daniel y Esdras fueron redactadas en arameo, pero escrito con letras hebreas.[9] El NT fue escrito completamente en griego, por lo que el conocimiento del griego bíblico[10] es esencial para la práctica de la crítica textual del Nuevo Testamento,[11] pero no es siempre necesario para comprender sus planteamientos más fundamentales.

Sin embargo, el crítico textual no trabaja con los tersos textos modernos sino con manuscritos antiguos. Esos manuscritos, como todos los manuscritos, sean antiguos o de ahora, no tienen un estilo de letra uniforme. La letra depende del escriba y sus circunstancias y el escriba podía usar abreviaturas al escribir. Además, en la antigüedad no se separaban las partes de la oración ni siempre se acentuaban. El texto se escribía de corrido, todo junto, con todas las letras del mismo tamaño. En los manuscritos antiguos todo se escribía seguidamente sin separación de palabras, oraciones o párrafos. Desde antes de Cristo, en ocasiones se usaron marcas o espacios para separar oraciones, párrafos o capítulos. Pero ninguno de esos sistemas se convirtió en un estándar de uso general. En el caso de la Biblia no fue hasta el siglo 13 d.C. que se adoptó el uso estándar de capítulos y no fue hasta medianos del siglo 16 d.C. cuando se adoptó el sistema de versículos que tenemos hoy día.

Es común dividir los manuscritos por el tamaño de su letra. Los de letra minúscula se llaman minúsculos. Los de letra grande o mayúscula se denominan mayúsculos o unciales. Los manuscritos más antiguos usan mayúsculas, o sea, letra uncial. Es letra uncial la que uno encuentra en las inscripciones griegas de monumentos de tiempos de Cristo, por ejemplo. Las letras minúsculas se desarrollaron siglos después de Cristo, pero se impuso su uso pues entre otras ventajas ahorran espacio. La mayoría de los manuscritos tardíos son minúsculos.

Por lo tanto, como regla general si se tienen dos manuscritos, uno uncial y otro minúsculo, el uncial es el de mayor antigüedad. Y si hay dos unciales, uno en rollo y otro en códice, es más probable que el del rollo sea el más antiguo.  

Finalmente, hay que mencionar que el papel (papiro o pergamino) podía ser muy caro, escaso o inaccesible. Por eso no era raro que se reutilizaran. Se “borraba” lo escrito y se escribía de nuevo sobre el área borrada del papel. Por eso a ese tipo de manuscrito les llaman palimpsesto, que significa rapado de nuevo. El DRAE lo define como un manuscrito “que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente”.

Copias de los manuscritos

Como no existía la imprenta en la antigüedad bíblica, la única forma de “sacar copias” de un texto era copiarlo a mano. La copia la podía hacer cualquiera que supiera leer y escribir,[12] o podía hacerla “un profesional” llamado escriba. Por esa razón, un manuscrito-copia podía ser de pobre o de buena calidad, hecho con mucho cuidado de ser fiel al original o no tan fiel y podía ser escrito en un papiro barato o en vitela.

No existe ya ninguno de los autógrafos del AT ni del NT. Solamente han llegado hasta nosotros copias de los autógrafos. Lo mismo es cierto con todos los libros de la antigüedad que fueron escritos en papiro, pergamino u otro material perecedero. La transmisión del texto a base de copias manuscritas crea un problema que no existe con las copias impresas por medios mecánicos.

Aunque hoy día pensamos en el NT como una colección de 27 documentos publicados como una unidad y en un orden determinado eso no fue así en los primeros siglos del cristianismo. Tampoco siempre se transmitían como grupo después de que se hizo común unirlos y hasta colocarlos en cierto orden. Por eso es más realista pensar en la transmisión de los libros individualmente. Esto significa que una es la historia de la transmisión del texto de Mateo y otra la del Apocalipsis. Sin embargo, puede que los fragmentos o libros individuales que nos han llegado hayan pertenecido a un mismo códice.

Cuando uno copia de otro documento puede cometer errores. Los errores dependen del cuidado y esmero que pone el copista en trabajar para que su copia sea perfecta. Pero por más cuidado que se ponga los seres humanos yerran. Sabemos que los copistas de la antigüedad cometieron errores en la transmisión del texto bíblico al igual que nosotros si copiamos documentos a mano. ¿Quién no ha escrito mal una dirección, un teléfono o un e-mail que le hayan dado? O, peor, ¿quién no le ha dado incorrectamente su correo electrónico o dirección a otra persona sin percatarse? ¿Quién no ha cometido errores por confundir unas letras por otras?

También puede darse el caso que al uno copiar un documento lo altere creyendo que lo está corrigiendo. En español hubo una época en que los monosílabos se acentuaban (por ejemplo, fé), luego la regla cambió y solamente se requería el acento en aquellos casos donde el monosílabo tenía doble función gramatical (ejemplo, si –condición- y sí- afirmación-); en el caso de los demostrativos (ese, esa, etc.) se requería acento cuando eran usados como pronombres, pero a partir del 2010 pueden escribirse sin acento, aunque sean pronombres. Por lo tanto, puede darse que una persona copie un documento redactado bajo la gramática del 2010 y lo altere para corregirlo de acuerdo con la gramática anterior, pero realmente le incorporó una variante innecesaria. En fin, pueden ocurrir múltiples circunstancias que pueden hacer que una persona ordinaria y de buena fe cambie un documento que está copiando. Esos cambios, como vemos, pueden ser inconscientes o conscientes (acentuar un monosílabo puede ser instintivo o reflexivo).

Un cambio inconsciente común ocurre cuando el copista confunde letras. Téngase presente que a veces el copista copia por dictado. Veamos esto de forma más práctica:

Las letras (tomadas de Wikipedia Commons, CC BY-SA 4.0) dseta, xi y sigma pueden confundirse entre sí cuando se escriben a mano, mientras que la omega puede confundirse con la ómicron y una ji puede escribirse de forma que se asemeje a una kappa. Por la similitud de la escritura o el sonido de algunas letras un copista fácilmente puede confundirlas e intercambiarlas. Debe recordarse que en los textos no había separaciones entre palabras, oraciones ni párrafos y ello contribuía a que se cometieran errores y que estos pasaran inadvertidos.[13]

Por la experiencia obtenida estudiando y comparando manuscritos se han identificado diversos tipos de cambios que son frecuentes en la transmisión mediante copias manuscritas de un documento original: 1. Omisiones involuntarias: Eliminar un acento o letra; omitir palabras. 2. Adiciones involuntarias: Añadir un acento o letra. 3. Confusión de letras, palabras o sonidos, o escribir un sinónimo por la palabra que se memorizó. 4. “Correcciones” lingüísticas, geográficas o históricas. 5. Glosas: Una glosa es una palabra, frase o comentario explicativo. También son glosas los comentarios escritos en los márgenes de los manuscritos. Noten que los cambios 4 y 5 son cambios deliberados y voluntarios. El problema con las glosas es que pueden ser realmente aclaraciones del autógrafo o de un editor bíblico y no necesariamente añadiduras de copistas. Así, por ejemplo, se disputa si Juan 5:4 sobre el ángel que agitaba el agua es una glosa de copista. 6. “Corrupción ortodoxa”. John W. Burgon (1813 –1888) llamó la atención a variantes introducidas en el texto de algunos manuscritos para adaptarlos a la teología del copista.[14]

A las diferencias que hay de una copia a otra se les llama “variantes” (aunque no afecten el sentido o solo sea una marca)[15] y a los manuscritos que contienen una misma variante se les llama “testigos”.

Ahora bien, un error en una copia significaba que el mismo error (variante) se repetirá en las copias de la copia en el proceso de transmisión del texto (de forma que comunidad de error implica comunidad de origen).[16] Al conjunto de copias derivada de una copia común se le llama familia de manuscritos.[17] El identificar una familia de manuscritos es importante porque si por ejemplo hay 5 manuscritos que dicen de una forma y 10 de la otra forma, pero esos 10 son una familia, entonces en realidad se trata de 5 manuscritos (testigos) contra 1 (la familia) y no contra 10 (testigos). De todas maneras esto es una simplificación pues un escriba pudo haber usado más de un manuscrito y de distinto origen y antigüedad para preparar el suyo.

Los escribas y copistas de la antigüedad también se percataban de las variantes y errores en las copias. En muchos manuscritos se pueden encontrar correcciones (tachaduras, inserciones y correcciones en el texto que se notan por la distinta tinta o mano) o explicaciones o añadiduras marginales. En otros se nota que se han substituido páginas dañadas por otras más recientes. Además, en muchos manuscritos tienen en sus márgenes o lados comentarios de los padres de la iglesia llamados “catenas” (del latín para cadenas). Las “biblias de estudio” o comentadas no son una invención moderna.

Crítica Textual

Como no sobrevive ningún autógrafo del NT y sabemos que las copias manuscritas que han sobrevivido contienen variantes se hace necesaria la ciencia de la crítica textual. La crítica textual es la ciencia que busca identificar cuáles son los manuscritos o lecturas que con mayor probabilidad representan el autógrafo. Esto a través de un proceso de comparación y análisis.

El problema de la transmisión del texto bíblico se reconoce desde el principio. Desde el siglo II los padres de la iglesia mostraron conciencia de las variantes textuales. Ireneo de Lyon (130-202) se confrontó con manuscritos que leían en Apocalipsis 13:18 “616” y no “666”. Ireneo consideró que el 616 era un error de copista y que la evidencia y tradición apoyaba “666” en ese pasaje. O sea, Ireneo se encontró con una variante y ponderó la prueba que tenía a base de los manuscritos y concluyó que 616 no era la lectura correcta.[18] Por otra parte, Orígenes de Alejandría (182-254) es conocido por sus cuestionamientos de las variantes que encontraba en sus copias y sus determinaciones sobre cuáles contenían la lectura correcta del ológrafo.[19]

Otros escritores cristianos de la antigüedad y la Edad Media reconocieron y abordaron el problema de las variantes, pero no de forma metódica y uniforme. De todas maneras, esa hubiera sido una empresa muy difícil de lograr. La crítica textual como ciencia nace con el Renacimiento y su interés en volver a las fuentes (“ad fontes”). Esa fue la motivación de Erasmo de Rotterdam para preparar la primera edición de un Nuevo Testamento griego en 1516.

La crítica textual moderna

Erasmo de Rotterdam (1466-1537).

Retrato por Hans Holbein el Joven (1523)

Retrato por Hans Holbein el Joven (1523)

La imprenta creó una revolución al permitir hacer copias en masa a bajo precio y todas idénticas, sin los errores de transmisión de los copistas.[20] Ya para finales del siglo XV se habían impreso la Vulgata y traducciones de la Biblia en los idiomas vernáculos de muchos países europeos.  La imprenta llevó los libros al pueblo y dio paso a la reconstrucción textual de documentos antiguos como los manuscritos bíblicos. Como ya se ha dicho, la idea de reconstruir los textos antiguos estaba animada por la idea de “volver a las fuentes” que permeaba la mentalidad del Renacimiento. Ello dio lugar a la preparación de lo que llegarían a ser los “textos críticos” modernos. Un texto crítico es una edición del Nuevo Testamento griego que incluye en su texto principal una cuidadosa selección de las mejores fuentes disponibles, y viene con una serie de anotaciones y comentarios que explican las decisiones que se han tomado al preparar el texto, llamada “aparato crítico”. O sea, un texto critico es una edición del NT en griego preparado deliberadamente para reflejar lo más posible el autógrafo. Es decir, es el texto bíblico después de ser depurado por un análisis de crítica textual.

La primera aportación importante vino de España. Bajo el manto del Cardenal Jiménez de Cisneros se produjo la Biblia Políglota (o sea, en varios idiomas) oComplutense (1502-1517). La Políglota coloca el texto bíblico del AT en columnas comparativas en griego (Septuaginta), latín (Vulgata, corregida por Antonio de Nebrija) y en hebreo. El texto del NT griego se coloca junto a la traducción de La Vulgata. Pero, aunque la Políglota se imprime en 1514, no se publica hasta después de 1520. No obstante, la Políglota se usará de referencia en otros textos críticos posteriores, incluyendo las ediciones posteriores de Erasmo.

Página de La Políglota abierta en Mateo 1.

Este texto griego del NT puso en manos de los versados en griego un medio para evaluar y examinar la corrección de la traducción contenida en la Vulgata. Lamentablemente todavía no sabemos qué manuscritos usaron para hacer el texto griego de la Políglota, solamente sabemos que algunos vinieron de la biblioteca del Vaticano.

La siguiente, y a la vez la mayor contribución directa para la traducción de las biblias modernas vino de Desiderio Erasmo de Rotterdam(1469-1536). Erasmo preparó una edición del Nuevo Testamento en griego que fue publicada en 1516, antes que la Políglota de Cisneros.

Es muy importante que comprendamos las bases del NT griego creado por Erasmo pues tuvo una influencia extraordinaria en los siglos siguientes. Se alega que la primera edición fue hecha con cierta prisa por insistencia del impresor. Para su NT griego, Erasmo se valió de 7 manuscritos minúsculos, 5 del siglo XII y 2 del siglo XV. El manuscrito que tenía con el Apocalipsis no tenía la última página por lo que le faltaban 6 versículos (22:16-21). Erasmo entonces buscó la Vulgata y tradujo esos versículos del latín de la Vulgata al griego. O sea, esos 6 versículos no se basaron en ningún manuscrito existente. Además, Erasmo tuvo un problema con el texto que se conoce como la “coma joánica” (1 Juan 5:7-8).[21]

Erasmo no incluyó la coma de Juan en la 1era y 2da ediciones de su NT griego porque no encontró ningún manuscrito griego antiguo que apoyase esa lectura (en rojo la coma del Códice Sinaítico, como en la NIV). Erasmo fue fuertemente criticado por ello. De todas maneras, en 1520 apareció un manuscrito griego minúsculo del siglo XVI con la coma en manos de un monje franciscano de nombre Roy.[22] Erasmo entonces incluyó la coma de Juan en su 3ra edición en 1522y en las ediciones subsiguientes, expresando en una nota que sospechaba que el manuscrito era falso, lo que hoy sabemos que era así.[23] El manuscrito de 1520 se copió de un manuscrito del siglo X que no tenía la coma, sino que esta fue traducida del latín al griego e insertada en el pasaje de Juan en la copia de 1520. La concesión de Erasmo probablemente obedecía a que su meta no era producir un texto crítico del NT sino usar ese texto crítico como base para hacer una nueva traducción al latín del NT, mejorando La Vulgata.

El NT de Erasmo, por lo tanto, no tenía unas buenas bases textuales. Por otra parte, incluyó la coma de Juan más por conveniencia que por evidencia. Las ediciones del NT de Erasmo después de 1522 (3ra edición) incluyeron correcciones basadas en la Políglota y otros textos, pero es la 3ra edición la que quedó como la estándar.[24] El NT griego de Erasmo fue posteriormente revisado con otros manuscritos y se incluyeron explicaciones sobre variantes en los márgenes por Robert Estienne (Stephanus) (1550)[25] y Teodoro Beza (1565).[26]

En 1633 el texto de Erasmo-Estienne-Beza fue publicado en Leiden, Holanda, por Buenaventura y su sobrino Abraham, de apellido Elzevir. En su prefacio decía: Textum ergo habes, nunc ab omnibus receptum: in quo nihil immutatum aut corruptum damus (“aquí tiene usted el texto, ahora recibido por todos, del que nada se ha cambiado y nada tiene corrupto”). Usando esta frase publicitaria al texto griego de esos autores se le llamó el Textus Receptum o Texto Recibido.

Dado que desde su publicación inicial en 1516 el NT griego de Erasmo fue el texto griego generalmente aceptado, todas las traducciones del NT realizadas del griego a los idiomas de Europa en los siglos siguientes se basaron en la tradición textual fundada por dicho texto conocida en forma genérica como el Textus Receptus (TR).[27] Estas traducciones incluyen el NT de la Biblia Reina Valera en español y el de la Biblia King James en inglés.

Los textos revisados del propio Erasmo, y de Estienne y Beza demuestran sin lugar a duda que estas personas querían atenerse a los mejores manuscritos y textos pues su deseo era reconstruir el autógrafo. Ellos estaban conscientes de las variantes y de la necesidad de tomar decisiones textuales. El incidente con la coma de Juan revela que ellos estaban dispuestos a excluir de sus textos lo que no estuviera debidamente atestado por los manuscritos.

No obstante, los nuevos manuscritos descubiertos servían más para comentar que para depurar la tradición del TR. De igual manera se usaba la Políglota Complutense. Debido a esa actitud y a la ausencia de una metodología analítica definida y generalmente aceptada, después de establecido el TR la crítica textual siguió desarrollándose, pero el TR no era generalmente revisado.[28] No fue hasta el siglo 19 que Karl Lachmann (1793–1851) hizo una edición del NT griego sin usar de base el TR.[29] Pero fue Constantin von Tischendorf (1815–1874) quien dio el paso decisivo de separación con la tradición del TR.[30]

No obstante, antes de Tischendorf los estudiosos identificaron unos patrones textuales a través de todos los manuscritos. Primero con Johann Albrecht Bengel (1687–1752) y culminando con Johann Jakob Griesbach (1745 – 1812) se identificaron tres patrones de manuscritos conocidos como familias o “textos-tipo”: Alejandrino,[31] Bizantino (o Sirio) y Occidental.[32] Esas familias nunca han sido estáticas, sino que han ido ajustándose a nuevos estudios, y se han incluido o excluido manuscritos. Pero estas familias se han convertido en piezas instrumentales para juzgar la probabilidad de que una variante sea la lectura original del ológrafo. Muchas de las polémicas actuales giran en torno al valor probatorio de cada variante dependiendo de si se considera alejandrina, occidental o bizantina.[33]

Brooke Foss Westcott (1825–1901) y Fenton J. A. Hort (1828–1892) publicaron un Nuevo Testamento griego con notas y reglas para el análisis textual en 1881. Los principios y reglas (y hasta los prejuicios) de Wescott y Hort han servido de fundamento a la crítica textual moderna mayoritaria tal como la conocemos. Wescot y Hort argumentaron que el texto-tipo bizantino (manuscritos pertenecientes a esa familia) fue la base del TR, pero ese texto es tardío y corrupto (por añadiduras). El texto-tipo más cercano al original (al ológrafo) es el alejandrino y le sigue la familia occidental. Tan confiados estuvieron Westcott y Hort en la superioridad del texto alejandrino que designaron a sus dos mejores representantes como el “texto neutral”. Esos dos representantes son el Códice Sinaítico y el Códice Vaticano. O sea, para Westcott y Hort, las lecturas de esos dos códices debían prevalecer, cuando fueran unánimes, contra cualquier variante bizantina.[34]

La superioridad del texto alejandrino se fundaba en unas hipótesis sobre la transmisión textual que ya se sabe que eran equivocadas. Sin embargo, el consenso es que en general Westcott y Hort, aunque se equivocaron sobre las razones, tenían razón en cuanto a su conclusión de que el texto-tipo alejandrino se acerca más al ológrafo ya que los papiros descubiertos después de su época (fechados en siglos 2 y 3) confirman la antigüedad de la familia alejandrina.[35] Por lo tanto, en la actualidad predomina la preferencia al texto alejandrino, aunque no por las razones que dieron Westcott y Hort. Es esa preferencia la que justifica cuestionar o excluir del texto bíblico el final de Marcos o la historia de la mujer adúltera en Juan. Cuando leemos de “los más y mejores manuscritos” generalmente lo que quieren decir es “la mayoría de los manuscritos alejandrinos”.

Ahora bien, un nuevo actor puede cambiar este panorama. Usando tecnología moderna y programación especializada se ha desarrollado el método de crítica textual conocido como “Coherence-Based Genealogical Method” (CBGM). Su objetivo es reconstruir la estructura del “árbol genealógico textual” (no el árbol en sí) de una lectura o variante para comprender cómo se produjeron las variantes textuales a lo largo del tiempo y de ahí reconstruir la lectura original. El CBGM se basa en la idea de que los manuscritos no se transmiten de manera aislada, sino que están interconectados y forman un árbol genealógico (“estema”). El CBGM “no pretende mostrar el desarrollo histórico real sino que ayuda a encontrar estructuras genealógicas en la tradición preservada sobre la base de la comparación de todos los testigos relevantes y de evaluación filológica de los pasajes variantes. Para decirlo en palabras de Gerd Mink, “El CBGM trata con textos, no con manuscritos. El texto es el testigo.”[36] El CBGM dio paso al “Conjecture Based Genealogical Method” (CBGM2) para lecturas no existentes en ningún manuscrito concreto y por eso el nombre de “conjetural”.[37]

Por su diseño, los resultados obtenidos hasta ahora, el CBGM no se alinean nítidamente con la preferencia alejandrina o la prioridad bizantina.[38] El CBGM se utilizó para revisar las Epístolas Generales para el NA28/UBS5. Pero es un método nuevo que ha recibido diversas críticas.[39] Esas críticas ordinariamente son contestadas con explicaciones de cómo funciona el programa y no defensas de las lecturas que aprueba.[40] La impresión es que todavía el método no es bien comprendido[41] y a la vez su código no ha pasado el colador crítico. Por ende, pasará tiempo antes que pueda decirse su efecto (en su versión actual o una futura mejorada) en las controversias entre textos-tipos y metodologías de análisis textual.

Teoría crítica textual

Eberhard Nestlé (1851–1913) editó un NT griego usando a Tischendorf, Wescott y Hort y otros. La edición fue encomendada por la Sociedad Bíblica de Stuttgart y tenía un aparato crítico. Ediciones posteriores fueron ampliadas y mejoradas por su hijo Erwin y Kurd Aland, por lo que se llamaron ediciones Nestle-Aland y la última es del 2012, conocida como NA28 (ver imagen). Las Sociedades Bíblicas Unidas tienen su propia versión de la NA28 dirigida a traductores y maestros (la UBS5, 2014). El NA28 y la UBS5 son los textos críticos estándar del área, incluyendo para los estudiosos católicos.[42]

Hay que aclarar que, aunque NA28/UBS5 es predominantemente alejandrino ello no obliga a nadie. En el aparato crítico se encontrarán las bases del texto seleccionado y las variantes o lecturas alternas y sus fuentes. Es el traductor quien decide si acepta o no la lectura preferida escogida por el comité editorial de la NA28/UBS5.

La crítica textual del Nuevo Testamento trabaja con tres fuentes básicas para buscar la lectura original del texto bíblico: 1. Manuscritos griegos antiguos. 2. Traducciones antiguas. 3. Citas que escritores de la antigüedad hicieron del texto bíblico.[43]

Por ahora nos limitaremos a mencionar los manuscritos y traducciones de la antigüedad de mayor importancia y que son la materia prima de la crítica textual. Los manuscritos más antiguos que tenemos son fragmentos, principalmente en papiro, identificados con la letra “P” seguida de un número. La mayoría de estos papiros antiguos se descubrieron después del tiempo de Westcott y Hort. El descubrimiento más importante fue el de los Papiros de Oxirrinco. Estos son una colección de más de 500,000 fragmentos de papiros que fueron descubiertos en la ciudad de Oxirrinco (en la actualidad El-Bahnasa, Egipto) a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Estos papiros contienen una variedad de textos que abarcan desde textos literarios y filosóficos hasta documentos administrativos y cartas personales, y son una de las fuentes más importantes de información sobre la vida cotidiana en el Egipto grecorromano. Entre los muchos documentos existen fragmentos del NT.

Los papiros más antiguos (de siglos 2 y 3) son hasta ahora, en general, de la familia del tipo alejandrino. Entre ellos cabe destacar el P52 de Biblioteca John Rylands. Es un fragmento del evangelio de Juan (c. 125). Hasta ahora oficialmente el manuscrito más antiguo que existe del NT. Por su brevedad no se puede clasificar por familia.

En el 2012 se anunció el descubrimiento de nuevos manuscritos en papiro. Daniel B. Wallace, un destacado autor y profesor evangélico indicó que eran seis (6) manuscritos y uno de ellos era un fragmento del evangelio de Marcos que posiblemente era más antiguo que P52. El alegado manuscrito más antiguo que P52 fue publicado en 2018 como P137, como parte de los papiros de Oxirrinco, y no es más antiguo que P52. El asunto resultó en un escándalo, un proceso criminal contra el custodio del manuscrito, y una vergüenza para la apologética evangélica.  

La fecha de los manuscritos es siempre un problema, excepto cuando el propio documento nos da la información para determinarla, usualmente mediante un colofón (nota breve sobre autor y fecha). Pero encontrar un colofón no es muy común. Por eso casi siempre la fecha de un manuscrito se determina por la paleografía, el estudio de la escritura antigua y su evolución a lo largo del tiempo. El análisis paleográfico incluye el tipo de tinta usado, el estilo de la escritura, la calidad y naturaleza del papiro o pergamino y la relación del manuscrito con otros con fecha ya determinada, entre otros factores. En algunos casos la fecha estimada se decide contando con un estudio de carbono-14. Como regla, la tolerancia es de 50 años más o menos de la fijada.

Los papiros son invaluables por su antigüedad, a saber, por su cercanía al siglo 1 y por ende a los autógrafos. Pero esos papiros son solo fragmentos. Por otra parte, hay cuatro (4) manuscritos de una importancia especial, a veces decisiva, para la crítica textual moderna. Todos tienen el NT completo y el AT en griego, son en forma de códices y están escritos en letra uncial. Se les conoce como “los cuatro grandes unciales”, cada uno se identifica con una letra: 1. Codex Sinaiticus (א)[44] (330–360); 2. Codex Vaticanus (B) (c. 325–350); 3. Codex Alexandrinus (A) (400-440); 4. Codex Ephraemi Rescriptus(C) (c. 450). Sin embargo, a veces también se incluye entre ellos a: 5. Codex Bezae Cantabrigiensis (D) (c. 550) (Solo los evangelios y Hechos).

Hay varias traducciones antiguas del NT griego a otro idioma. Las versiones sirven para trazar la transmisión de un texto, deducir las variantes y evaluar el sentido que se daba a cierto texto en cuanto a sus variantes. De particular importancia es la Peshita, una traducción al siríaco (una forma de arameo, siglo II) y La Vulgata, una traducción de toda la Biblia al latín hecha por San Jerónimo en el siglo IV. La Vulgata tuvo una influencia extraordinaria para el entendimiento de la Biblia y la teología en nuestra cultura. Hasta los reformadores la usaron.

Las referencias bíblicas hechas por los padres de la iglesia y los leccionarios antiguos también son valiosos y útiles para la crítica textual. No obstante, su utilidad es limitada porque no siempre se sabe si la referencia es una paráfrasis, una glosa, una conflación de textos bíblicos o una auténtica cita verbal.

Las variantes entre manuscritos se identifican por un procedimiento llamado colación, en el sentido de cotejar una cosa con otra (DRAE). Se escoge un texto modelo, por ejemplo, el NA28, y se compara con el manuscrito identificando todos los lugares donde el manuscrito se diferencia del NA28 por pequeña o irrelevante que pueda parecer la diferencia. Esas diferencias luego son evaluadas en conjunto e individualmente por otras comparaciones y estableciendo correlaciones con toda la información disponible.

Hay una serie de reglas guías, principios o cánones que se usan para evaluar las variantes del AT y NT. No son reglas obligatorias, no necesariamente aplican siempre. La evaluación es ecléctica, es decir, es un “modo de juzgar u obrar que adopta una postura intermedia, en vez de seguir soluciones extremas o bien definidas” (DRAE).

La evidencia que se usa para juzgar si una variante es probablemente del ológrafo es externa (del manuscrito) o interna (de lo escrito en el manuscrito). Los tipos de manuscritos y su confiabilidad relativa es prueba externa. Ejemplo, que el manuscrito es antiguo.

La prueba interna tiene que ver con las características y el contexto de la variante: Por ejemplo: 1. La variante más antigua es preferible. 2. La variante que hace al pasaje más difícil de entender o interpretar es mejor. 3. La variante más corta o breve es mejor.[45] 4. La variante que mejor explica las otras variantes en el texto es preferible. 5. La variante con mayor difusión geográfica es superior. 6. La variante que esté en mayor armonía con el lenguaje y forma de escribir del autor es superior. 7. La lectura que sea más coherente con la teología y forma de pensar del autor es superior.[46]

Ejemplo de criterios internos: Mateo 5:22 lee: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego”. Hay manuscritos que dicen: “cualquiera que se enoje contra su hermano [sin causa], será culpable de juicio”. El “sin causa” aparece en algunos manuscritos del siglo II y se difundió ampliamente. Pero no es universal ni se encuentra generalizada en los manuscritos más antiguos. Normalmente se excluye porque no es consistente con los criterios de prueba interna anteriormente enumerados. Noten que la RV60 lo omite.

La metodología moderna de la crítica textual se conoce como eclecticismo. Esto quiere decir que se usan diferentes elementos o combinaciones de elementos para determinar la variante que con más probabilidad representa la lectura del ológrafo.[47]Otra forma de decirlo es que se examina toda la prueba disponible desde diversos ángulos. Sin embargo, ese análisis se lleva a cabo con la presunción de que el texto alejandrino es el que con más probabilidad contiene la lectura original. Esa presunción puede ser fuerte o débil, pero siempre está presente. Por eso, el NA28 y el UBS5 son textos críticos eclécticos alineados con la familia del texto alejandrino.

Hay un eclecticismo sin alineación alejandrina denominado eclecticismo equitativo.[48]Es un método en minoría. En minoría también se encuentran los partidarios de la prioridad bizantina, texto mayoritario o eclesiástico, y otros.[49] Estas son posiciones no alejandrinas pero distintas entre sí. El TR no es idéntico al texto bizantino; y el texto bizantino no es igual al texto mayoritario y los partidarios del TR no son todos “KJ Only” y estos últimos no son todos iguales.

El debate doctrinal

Estos desarrollos han causado una controversia teológica. Hay quienes plantean que la doctrina de la preservación de las Escrituras[50] requiere que se acepte la tradición del TR como el texto providencialmente preservado y el texto alejandrino como una corrupción. En fin, lo inverso de Wescott y Hort. Este segmento con base teológica entiende que la crítica textual moderna o está equivocada o es engañosa.

Pero hay que destacar que ese entendimiento de la manera en que la providencia divina debió actuar en la preservación de las Escrituras es minoritario. De hecho, cuantitativamente la mayoría de los estudiosos evangélicos aceptan la prioridad textual alejandrina sin negar la creencia en la preservación.[51] Además, el argumento teológico no es una necesidad puesto que puede cuestionarse la preferencia alejandrina con fundamentos no teológicos, como lo hace Maurice Robinson proponiendo el texto bizantino o James Snapp cuestionando la metodología del eclecticismo. De todas maneras, los que invocan la doctrina de preservación para apoyar sus preferencias textuales no son un grupo definido ni con posiciones uniformes.

Por lo tanto, si alguien se preguntaba por qué algunas versiones modernas del NT son más delgaditas, ya sabe que es por la dieta egipcia; y como con toda dieta, de esta se cuestiona si es saludable, si es eficaz y si vale el sacrificio.

“Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21). 

© 2023   J. Ferdinand Gonzalez, Jr


[1] “Se denomina crítica textual del Nuevo Testamento (NT) al trabajo de comparación de los distintos manuscritos con textos del NT que fueron encontrados a lo largo de los últimos siglos”. Ernst Walder, Una introducción a la crítica textual del Nuevo Testamento (Lima, Perú: Ediciones PUMA, 2020), Introducción. “La meta de la crítica textual es determinar, si es posible, cual versión en cualquier punto de variación es mas probablemente el texto original, y cuales versiones son las erróneas”. Gordon Fee, Exegesis del Nuevo Testamento (Miami: Editorial Vida, 1992), 47. 

[2] Debo aclarar que no soy un crítico textual ni mucho menos. Solo soy un consumidor que usa con relativa frecuencia el aparato crítico textual (lo que se explicará más adelante) y aun así me sirvo del análisis de otros conocedores. Por otra parte, una introducción ya algo obsoleta pero útil se encuentra en Everett F. Harrison, Introducción al Nuevo Testamento (Grand Rapids: Subcomisión Literatura Cristiana, 1980).

[3] Esto ha cambiado y ahora en la industria de publicaciones a los borradores de escritos y obras en proceso se les llama también “manuscritos”, aunque sean documentos impresos o hasta digitales.

[4] De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la palabra papel deriva de Del cat. paper, este del lat. papȳrus ‘papiro’, y este del gr. πάπυρος pápyros.

[5] “Parchment”, en inglés.

[6] En inglés es “vellum”.

[7] Larry Hurtado, Texts and Artefacts (London: T&T Clark, 2017), 10-11.

[8] En lengua hebrea. La escritura (grafía) fue cambiando a través de los siglos. La escritura hebrea como hoy la conocemos fue fijada por los masoretas entre los siglos 8 a 10 después de Cristo.

[9] El arameo fue la lengua internacional del oriente medio por siglos y por eso se encuentras palabras arameas aquí y allá a través de todo el AT.

[10] “Griego bíblico” quiere decir el griego que comúnmente se hablaba por el común de la gente durante el siglo 1 d.C. Se le llama griego “koiné” que quiere decir común.

[11] El crítico textual idealmente debe tener destrezas con varios idiomas antiguos: hebreo, griego, arameo-siríaco, copto y latín.

[12] Hay copias que se cree fueron hechas por personas que no sabían leer, pero que podían imitar la letra. Curiosamente, se dice que eran particularmente fieles al transcribir.

[13] Para entender mejor esta dificultad es útil hacer un ejercicio en nuestro idioma (copiado de un famoso ejemplo de ortografía). Trate de escribir correctamente la siguiente oración: sielhombresupierarealmenteelvalorquetienelamujerandaríaencuatropatasensubúsqueda

[14]  John W. Burgon, The Causes of the Corruption of the Traditional Text of the Holy Gospels (London: G. Bell, 1896), en su capítulo 14 (Corruption by the Orthodox, p. 211 y ss.).  

[15] Se cuenta variante por manuscrito y no se repite la cuenta de una variante más de una vez, aunque concurra en más de un manuscrito. “La razón es que no estamos contando el número de manuscritos que atestiguan una variante; estamos contando el número de variantes atestiguadas por nuestros manuscritos”. Elijah Hixson, Peter Gurry, eds., Myths and Mistakes in New Testament Textual Criticism (Downers Grove, Ill.: IVP, 2019), 11 [Kindle Edition].

[16] Esta frase se usa aquí en un sentido general, no técnico (no se refiere al método genealógico) y sin las cualificaciones necesarias.

[17] Una familia es un conjunto de manuscritos relacionados. No obstante, a veces se usa la palabra familia para los llamados textos-tipo.

[18] Contra los herejes 5:30.1.

[19] Bruce M. Metzger, Historical and Literary Studies: Pagan, Jewish and Christian (Leiden: Brill, 1968), 88 y ss. (Cap. 9: “Explicit References in the Works of Origen to Variant Readings in NT Manuscripts”). Orígenes no siempre decidía sobre variantes, pero cuando lo hacía se fundaba más en prueba interna que en los manuscritos mismos o prueba externa. Amy M. Donaldson, Explicit References to New Testament Variant Readings Among Greek and Latin Church Fathers Vol. I (PhD diss. University of Notre Dame, 2009), 100-101.

[20] Pero no exentas de errores del impresor.

[21] El texto sin la coma debe leer: “Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre” (1 Juan 5:7-8, NIV). La Reina Valera 1960 conserva la coma.

[22] Codex Montfortianus (Erasmo lo llamó Codex Britannicus).

[23] Falso en cuanto a que la coma joánica no era parte del manuscrito originalmente copiado. Pero no hay certeza sobre si copista añadió la coma por causa de Erasmo o no. Grantley McDonald, Biblical Criticism in Early Modern Europe: Erasmus, the Johannine Comma and Trinitarian Debate (Cambridge: Cambridge University Press, 2016).

[24] Hubo cinco ediciones: 1516, 1519, 1522, 1527 y 1535.

[25] Cuatro ediciones: 1546, 1549, 1550 y 1551.

[26] Diez ediciones, incluyendo una póstuma en 1611. La edición de 1589, llamada edición real porque fue comisionada por el rey de Francia. La edición de 1589 fue una de las bases de la versión King James. La Reina-Valera fue preparada originalmente en 1569 y por ende es probable que se base solo en Erasmo-Estienne.

[27] La dificultad de identificar qué ediciones del NT griego en la tradición del TR se incluyen y cuáles no cuando se defiende el TR es uno de los problemas que enfrentan sus defensores. Escribiendo en 1899 nos dice Marvin Vincent: “El término se aplica de manera diferente en Inglaterra y en el Continente: en Inglaterra al texto de Esteban de 1550, y en el Continente al Elzevir de 1633”. Marvin Vincent, A History of the Textual Criticism of the New Testament (NY: McMillan, 1899), 61. Actualmente el asunto es más complejo que eso.

[28] Probablemente puede decirse lo mismo del texto Nestle-Aland que prevalece hoy día.

[29] Esto no significa que no hubiera ediciones críticas del NT con anterioridad. John Mill (1645–1707) preparó una importante edición en 1707.

[30] Tischendorf descifró y publicó el Códice Ephraemi Rescriptus en 1843 (un palimpsesto), y descubrió el Códice Sinaítico en 1844. Tischendorf publicó varias ediciones del NT griego sin atenerse al TR.

[31] Por la ciudad de Alejandría en Egipto.

[32] Existe un patrón cesáreo, pero se limita principalmente a los evangelios.

[33] Solo Apocalipsis se encuentra al margen de esas discusiones.

[34] En un video humorístico se presenta a James White (defensor del texto alejandrino) como el Gollum diciéndole a los códices Vaticano y Sinaítico “my precious”.

[35] También hay lecturas bizantinas en los papiros, pero estos en general son alejandrinos. Hay diversidad de criterios sobre cómo debe entenderse esta información. La mayoría sigue la idea general de Westcott y Hort de que el texto bizantino es un desarrollo tardío; otros proponen que las tres familias básicas tuvieron su origen en los siglos 2 y 3 ya que alegadamente las variantes significativas ya existían antes del siglo 3; y otros entienden que la misma idea de familias tipo debe ser echada de lado en el análisis textual. En este debate hay que recordar que esta es una disciplina en progreso y que el paradigma vigente (la ciencia textual normativa), que es el de Westcott y Hort, no va a ceder terreno sin pelear.

[36] Klaus Wachtel, “The Coherence Method and History”, TC: A Journal of Biblical Textual Criticism 20 (2015), 3.

[37] Del “Institut für Neutestamentliche Witze.”

[38] Se ha sugerido cierta preferencia bizantina.

[39] “Como resultado, casi un tercio de los cambios en el nuevo texto de NA/UBS cuentan con el apoyo de los testigos bizantinos en contraposición a las lecturas encontradas en testigos de los siglos III al V como P72, Sinaiticus (01), Alexandrinus (02), Vaticano (03) y Ephraemi Rescriptus (04)”. Peter J. Gurry, “How Your Greek NT Is Changing: A Simple Introduction to The Coherence-Based Genealogical Method (CBGM),” Journal of the Evangelical Theological Society 59:4 (December 2016), 685.

[40] “A Bias at the Heart of the Coherence-Based Genealogical Method,” Journal of Biblical Literature 139 (2) (2020), 319-340; “Por desgracia, no hemos podido utilizar la publicación de Carlson para introducir mejoras, ya que su artículo pone de manifiesto una falta general de comprensión del método”. Gerd Mink, “Remarks on Carlson, ‘A Bias at the Heart of the CBGM,” Institute for New Testament Textual Research (INTF) Blog Aug. 28, 2020.

[41] Leonardo Pessoa da Silva Pinto, “The CBGM and Lachmannian Textual Criticism”, TC: A Journal of Biblical Textual Criticism 27 (2022), 17, donde acepta este hecho y cita obras de Peter Gurry sobre el CBGM.

[42] Además: La Sociedad de Literatura Bíblica (SBL) publicó en 2010 una edición crítica, pero comparando otras ediciones, no manuscritos. La edición sirve para identificar áreas de desacuerdo y variaciones. En 2017, Tyndale House, Cambridge, publicó “The Greek New Testament, Tyndale House”.

[43] En general se habla de referencias de los “padres de la iglesia”, queriendo decir los escritores cristianos desde el siglo 1 al 8, pero excluyendo los escritos del NT.

[44] א esta es la letra alef, la primera letra del alfabeto hebreo.

[45] James Royse, Scribal Habits in Early Greek New Testament Papyri (Atlanta, GA: SBL, 2010). En su investigación sobre los hábitos de los copistas Royse encontró que algunos papiros antiguos omitían más que añadían; esto significa que los escribas eran más propensos a omitir que a añadir. Este hallazgo pone en entredicho-pero no socava-uno de los fundamentos de la preferencia alejandrina, la regla de «preferir la lectura más corta».

[46] Ningún criterio interno se debe aplicar mecánicamente, son más principios que reglas.

[47] También se habla del arquetipo y del “Ausgangstext” o “texto inicial”. Sobre lo que es el ológrafo, ver: Tim Mitchell, “Where Inspiration is Found: Putting the New Testament Autographs in Context,” in Southern Baptist Journal of Theology 24.3 (Fall 2020): 83-101.

[48] Llamado de esa manera por su proponente, James Snapp, Jr.

[49] Como opositores al eclecticismo moderno se encuentran los llamados “KJ Only”, pero ese apelativo no es una representación completa y objetiva de esta posición.

[50] Se le llama doctrina de preservación a la creencia basada en una inferencia de textos como Mateo 5:18 de que las Escrituras han de ser preservadas. Pero esa no es una doctrina históricamente definida. No obstante, la Confesión de Fe de Westminster 1.8 (presbiteriana) dice que los libros de las Escrituras “fueron inspirados directamente por Dios, y guardados puros en todos los siglos por su cuidado y providencia especiales, y por eso son auténticos”. Ver: Daniel B. Wallace, “Inspiration, Preservation, and New Testament Textual Criticism,” Grace Theological Journal 12:1 (Spr 91), 21-50 (negándola); William W. Combs, “The Preservation of Scripture,” Detroit Baptist Seminary Journal 5 (Fall 2000), 3-44 (clasificándola); Jason S. Sexton, “NT Text Criticism and Inerrancy”, Masters Seminary Journal 17:1 (Spring 2006), 51-59.

[51] Entre católicos, la traducción rutinaria de las Escrituras al vernáculo vino con la encíclica Divino Afflante Spíritu 31 (1943) y usan la crítica textual moderna. Sin embargo, hay que aclarar que mientras para los protestantes el ológrafo es normativo (por eso la disputa sobre el final de Marcos y la originalidad de la historia de la mujer adúltera) para los católicos la tradición eclesiástica también es depósito de la fe (Dei Verbum 10 (1965) y, por lo tanto, la originalidad textual no tiene el mismo grado de importancia.

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